viernes, 21 de enero de 2011

El milagro del amor


En Chile hay actualmente un debate sobre el mal llamado aborto terapéutico pues nada que signifique matar a otro ser humano puede hacer “sanar”: por supuesto no sana al bebé porque se lo mata y tampoco a la madre quién además del duelo por su bebé, queda doblemente herida de por vida, al matar a su hijo tan solo por el hecho de ser diferente. Es increíble como la sociedad se encarga de disfrazar las abominables acciones que se realizan con el fin de hacer que la tierra solo esté poblada de personas “perfectas” y que sean de “utilidad”. Porque Hitler hizo esto mismo, la "limpieza" de los diferentes.
Ayer un señor decía: “tenes que tener dos dedos de frente para saber que si tienes un bebé en la panza que no va a vivir, no lo podes tener”. Le digo señor, tenes que tener UN CORAZON para darte cuenta que ese bebé, ese hijo, ese maravilloso ser humano tiene derecho a vivir los segundos o centésimas que pueda vivir ya sea en la panza o fuera de ella. ¿O acaso por ser diferente debe ser asesinado – no uso más la palabra aborto sino hablo con la verdad – y ser enviado al silencio absoluto?
Que terrible es la verdad, pero hay que comenzar a hablar totalmente con la verdad. Realmente estoy cansada de escuchar verdades disfrazadas, estoy cansada de que hablen de asesinatos de bebés diferentes y se fundamenten con la supuesta “libertad de pensamiento”. Uno no ama a su hijo porque es perfecto, uno ama a su hijo porque es su hijo, ¿Por qué es tan difícil para algunas personas entender esta sencilla verdad?
Podemos discutir sobre religión, sobre fútbol, sobre ideología y discutir respetando la opinión del otro. Pero si de la VIDA de un ser humano se trata no hay razón para decir que el asesinato sea la respuesta en cierto momento. El asesinato es asesinato al fin ya sea en la panza o fuera de ella, o acaso si tu bebé, tu niño o tu adolescente tras un accidente queda con discapacidades, ¿vos le matarías por el sólo hecho de ser diferente? Creo que todavía la mayoría diría que no, que a ese bebé o niño accidentado se lo cuidaría como una persona especial y se la seguiría amando, aunque no pudiera hablar, o caminar u otra capacidad especial.
Otra mentira muy grande es que dicen que al tener en la panza a un bebé especial la madre está en peligro, es la mentira más grande!!! Juan Pablito en mi panza me hizo vivir el embarazo más tranquilo y feliz, no tuve ni siquiera mareos o desmayos ni nauseas e inclusive el día que nació él mismo avisó a través de la placenta, lo hizo todo de la mejor manera. Eso sí muchos hermosos antojos y sobre todo una gran lección de vida.
Y si de mentiras hablamos, el discurso más repetido es que se lo mata para que no sufra, que terrible verdad, que se lo asesine tan solo porque a los que están a cargo del bebé, no el bebé, no quieren cuidar y ser los padres de un bebé especial, cuidarlo de forma especial, amarlo como se merece, como un hijo, como un nieto, como un sobrino. Cuesta creer que la gente piense así pero como el mundo está al revés mucha gente piensa así, sobre todo porque está completamente alienada por esta cultura. El chico que va a nacer es un chico especial, por ende necesita cuidados especiales, en el caso de los bebés con trisomías 13 y 18, necesita cuidados paliativos hasta el momento que el bebé pueda vivir, algunos viven segundos, otros días, otros semanas, meses o inclusive años. Semanalmente asisto a un Hogar llamado Albino Luis donde viven bebés y niños especiales abandonados por sus padres. He sido testigo de tanto amor, de tanto cuidado, de las sonrisas hermosas que me regalan estos chicos algunos me sonríen con los ojos otros te tiran besos porque no pueden hablar, algunos juegan conmigo en su silla de ruedas, y otros ríen conmigo mientras canto. Con la mayoría no puedo hablar con palabras pero si con el corazón y créanme en el lugar donde más siento compañía es en este Hogar, porque el amor que se respira es puro y mágico.
Hace unos días recibía el email de una mamá de una angelita con trisomía 13 – lo mismo que tuvo Juan Pi – diciéndome que amaba el tiempo que había estado con su hija, ella inclusive pudo ir a la casa y estar con sus padres y hermanitos. Ese bebé tiene una historia, una gran historia, porque el amor no se mide por el tiempo que uno vive, sino por el amor que trae consigo y es tan grande ese amor que se mantiene en la eternidad.
Juan Pablito vivió 7 meses en la panza y 16 días en la tierra. Si yo me dejara llevar por esa corriente abortista, o mejor dicho asesina de bebés, y sobre todo de bebés diferentes, Juan Pablo no hubiese existido, hubiese existido solo en el silencio. Hubiese sido nada más que una frustración. Sin embargo Juan Pablo Ernesto es mi hijo, mi amado milagrito y no solo eso, Juan Pi ahora será el papá de muchos amiguitos. El principito está por dar a luz a su vez a una Fundación llamada Juan Pablito de ayuda a bebés con trisomía 13 y 18, a bebés prematuros, apoyo a padres de bebés fallecidos así como reconocimiento a los angelitos.
Hoy su mami y su papi han firmado la escritura de la Fundación!!! El primer gran paso para luego hacer la presentación oficial el lunes 24 de enero y a partir de allí esperar el decreto del Poder ejecutivo para su inscripción en los registros públicos. ¿Quién iba a pensarlo? Un bebé tan chiquito, incompatible con la vida para los médicos, inviable para cierta sociedad sin amor, ese bebé será de ayuda a miles de bebés y sus padres. Eso amigos y amigas, es el milagro del amor. Lamentablemente no todos lo pueden ver, solo se ve con los ojos del corazón, así como el principito.

miércoles, 5 de enero de 2011

Mi haz de luz

En víspera de reyes, comencé a recrear en mi mente aquel camino de los Reyes Magos a través de la estrella para llegar al pequeño Jesús. Supongo que no habrá estado exento de miedo e incredulidad pero con una dosis más alta de fe y amor, los magos de Oriente paso a paso lograron llegar hasta aquel pesebre de la esperanza.
Esa es la misma senda en la que comencé a dar mis primeros pasos dubitativos tras el fallecimiento de mi Juan Pablito y su nacimiento espiritual y el inicio de mi renacimiento en esta vida. Todo lo que pensaba que iba a suceder, había cambiado por completo, todos los sueños y proyectos habían dado paso a un nuevo presente. Es entendible que en un principio todo mi yo esquivara a esa situación.
De las millones y millones de personas en el mundo, yo había sufrido la pérdida física de mi hijo y ese cambio de la alegría de recibir al bebé Juan Pablito en nuestro hogar, a tener que llevarle flores al Parque Serenidad le dio un giro inesperado a mi vida. Poco a poco, pisando a veces sin fuerzas, y hasta a veces pensando que no tenía sentido seguir avanzando, comencé a vislumbrar que había una luz que nunca había dejado de brillar.
Aunque la historia había sido diferente a la que planeaba, no significa que no fuera hermosa y sublime. Nuestro pequeñito amado, no está más físicamente con nosotros, pero su espíritu impregna cada paso que damos junto a mi marido. Definitivamente no es fácil enterrar a un hijo, es una experiencia para la que no tengo palabras a la hora de describirla. Pero más triste sería enterrar una bella historia de amor que ha hecho de mí lo que hoy soy. Por eso hoy grito con todo mi corazón que esa experiencia me ha hecho renacer.
No soy la mujer maravilla, pero si soy un ser humano que busca con todas sus fuerzas mirar más allá de lo que ven mis ojos, sentir más allá de lo que mi piel me permita, pero sobre todo amar más allá del cielo. Así como los Reyes, tengo a una estrella que guía mis pasos y me hace ver que esta vida es tan bella como esa fugaz pero a la vez eterna visita. En este 2011, renuevo mi fe en lo que soy, en todo lo que crecí en estos dos años. Y lo más importante, renuevo mi amor en este camino, con mi haz de luz siempre presente, para siempre...