viernes, 17 de diciembre de 2010

¡Gracias Albirroja! Ahora... ¡A comenzar un nuevo partido!



Pasaron cuatro años desde aquel día de fines de enero de 2007 en el que dije sí a una propuesta que me ha hecho crecer como profesional y como persona y me ha llenado de satisfacciones. Trabajar como jefa de prensa de la selección paraguaya de fútbol desde un principio fue un desafío muy grande. Luego de mi hermosa experiencia en el Club Libertad, tenía que rendir el examen más difícil con nada más y nada menos que la camiseta albirroja.

Fue así como inicié una labor, siempre anteponiendo el amor al trabajo y la honestidad; con el objetivo profesional de que la comunicación en la Albirroja debe estar al nivel de las mejores selecciones del mundo. En medio de este camino, he superado dificultades que me hicieron creer aún más que esta profesión es de gran importancia para el fútbol en Paraguay, ya sea en clubes o selecciones.
Me enorgullece ver que paso a paso muchos clubes se han dado cuenta de que un departamento de prensa es fundamental para el desarrollo de las instituciones de fútbol, así como las deportivas en general. Más me alegra que se opte por elegir a mujeres en estos cargos y que las mismas le aporten su excelencia y gran capacidad de trabajo.
Es por eso que cada experiencia, desde los entrenamientos, amistosos, partidos de eliminatorias así como la Copa del Mundo Sudáfrica 2010 son recuerdos inolvidables y de gran valor, no sólo en el aspecto profesional, sino que en esto quiero destacar el hermoso grupo que se ha formado en la Albirroja: la familia compuesta por futbolistas, cuerpo técnico, cuerpo médico, auxiliares, administrativos y directivos.
Tras haber cumplido las metas que me propuse en la Albirroja, he tomado la decisión de dejar el cargo de jefa de prensa de la selección paraguaya de fútbol, para dar paso a nuevos desafíos que me he impuesto como persona y como profesional. El más importante es llevar adelante la Fundación Juan Pablito, de ayuda a bebés con trisomías 13 y 18, bebés prematuros, reconocimiento a los angelitos y apoyo a familias con bebés angelitos. Hay mucho por hacer en este país, sobre todo que el trato sea más humano.
También tengo otros proyectos en mente, que si Dios quiere, pienso desarrollar como comunicadora. Uno nunca deja de aprender y como sabe la gente que me conoce, estoy ávida de nuevas lecciones. Pero como he aprendido con mi amado Juan Pablito, hay que ir día a día, disfruntando cada segundo, quejandose menos, amando lo que uno es y buscando las misiones que uno tiene en esta vida.
Agradezco primeramente a mi familia, a mi marido Rodrigo y mi Juan Pablito, quienes fueron, son y serán siempre mis motores de lucha. Gracias a mi familia, a mis padres y hermanos por el apoyo que me han brindado y me siguen brindando, y gracias a todos los componentes de la familia albirroja por estos 4 años inolvidables, y a los colegas – en especial a los encargados de cubrir la albirroja – e hinchas de fútbol que creyeron siempre en mi trabajo.

sábado, 24 de abril de 2010

La responsabilidad de ser feliz....verdaderamente

En el anterior post escribí sobre el duelo. Una etapa muy necesaria y natural para reflexionar, para liberar los sentimientos que de mantenerse por mucho tiempo pueden envenenar el alma. Es como un pararse a mirarse desde adentro, a renacer con un nuevo yo, es una transformación total en cuerpo y alma, que da como resultado una persona con nuevos ojos para la vida. Cada persona tiene su propio tiempo para vivirlo sin ser juzgada y solo amada, paso a paso.
Una persona pequeñita pero tan grande como Juan Pablo provocó en mí ese cambio tan grande, que hasta ahora me sorprendo con todo lo que he vivido en tan poco tiempo. Claro que como dije no me avergüenza haber sentido ese dolor, ese dolor que me ha enseñado a aprender de mis muchas debilidades para aceptarme como soy y aceptar al otro como es, una persona única y especial con un camino por aprender en la vida.
Tengo una gran responsabilidad, una bella responsabilidad. Hacer honor al aprendizaje de mi principito. Como me encanta el fútbol, describo este mensaje de nuestros hijos como en el fútbol, ellos y ellas se encargaron de hacernos la jugada del amor incondicional, ahora nos toca a nosotros - tras haber vivido todo ese proceso de transformación - marcar ese gol para ser felices verdaderamente, con su presencia espiritual por siempre, hasta que nos toque el día de encontrarnos para siempre con ellos.
Hace poco leí en un informe que se estaba estudiando la manera de borrar de la mente experiencias de pérdidas. Jamás aceptaría esto, jamás borraría a Juan Pablo de mi vida. ¿Ustedes lo harían? Porque para mí ser la mamá de un ángel es la más grande bendición y el mayor crecimiento de mi vida, ese es mi camino: aceptar al dolor y enfrentarlo para que esta transformación de cómo resultado a una persona nueva. Ahora todo, la alegría y la tristeza lo vivo con una nueva mirada, las acepto a ambas, como siempre digo con mis múltiples defectos, no soy una súper mujer, pero sí busco ser una mujer auténtica. Este camino me ha convertido en lo que soy hoy, y con mucho orgullo!
Es por eso que la responsabilidad de nuestra felicidad no depende de nuestros maridos o novios, ni de nuestros hijos, ni de nuestros amigos, ni de nuestros familiares ni de nadie. Y eso no solo tiene que ver con las personas que han sufrido una pérdida física tan grande como la nuestra. Esa responsabilidad es nuestra así como lo es de cada uno. No podemos dar a las demás personas tan grande responsabilidad en sus hombros o en sus alas... Decir esto significa que cada experiencia en nuestra vida es parte de un aprendizaje en la alegría y en el dolor, y que la verdadera felicidad no solo es tener un camino lleno de rosas, sino que aprender a valorar a esas rosas.
De nosotros depende sí hacer que este mundo sea más compasivo al dolor de los demás y abierto al verdadero amor, a las cosas más sencillas y pequeñas y más importantes, a entender que cada segundo en esta vida es un milagro. No todos conocen ese secreto, nosotros lo aprendimos en carne propia. Agradezco a Dios por tan bella bendición por dar un vuelco tan grande a mi vida y hacer de mí lo que soy hoy. Nuestros ángeles nos guían en este camino, ayudemos a que esa lámpara no se apague nunca. Te amo Juan Pablo!!! Los amo a todos, incluso a los que no me quieren :-)
"Solo sé que cada día, cada segundo, tengo mucho por aprender..."
Les dejo esta frase de Elizabeth Kubler Ross: "Corremos detrás de valores, que cuando llega la muerte, se convierten en cero. Al final de su vida, nadie te pregunta cuántos diplomas tienes, cuantas mansiones construyes o cuantos Rolls Royce tienes. Eso es lo que te enseñan las personas antes de partir".

viernes, 16 de abril de 2010

Mi camino del duelo



Recuerdo que la primera vez que contacté con una mamá de un angelito, ella fue muy atenta conmigo y me escribió acerca de su experiencia. Me escribió: ahora estás comenzando tu camino del duelo así que recibe mi apoyo. ¿Camino del duelo? me pregunté. Habían pasado todavía pocas semanas de que Juan Pi falleciera y yo no tenía mucha idea respecto a que era el duelo porque para mí, mi principito era una bendición tan grande que no podía estar triste.
Poco a poco comencé a sentirme físicamente diferente, me dolía mucho la cabeza, me venían migrañas muy fuertes y sentía un dolor muy grande en el brazo. Recuerdo también que salí para gestionar algo y pequeños ruiditos o el grito de una persona me irritaba más que de costumbre. Así fue como me di cuenta que esas eran la señales físicas del duelo y que tenía que darle la importancia que se merecía.
Decidí ir al yoga (gracias Paloma!), una gran decisión a un mes de haber partido físicamente Juan Pi ya que me ayudó a que esos sentimientos comiencen a fluir en el cuerpo y sobre todo a comenzar a enfrentarme espiritualmente a este camino. Puede parecer contradictorio, pero esa serenidad de hacer yoga me ayudó a sacar afuera todos aquellos sentimientos que me carcomían por dentro.
Ahí pasé a otra etapa. Las lágrimas. De por si siempre fui de llorar para expresarme pero ahora el llanto desgarraba mi cuerpo y mi alma. Recuerdo haberme tirado al piso del dolor y gritar y llorar profundamente por la ausencia física de mi Juan Pablo. No podía entender por qué él se había ido, tan deseado y tan amado, y buscaba respuestas en todas partes. Además la gente poco a poco dejaba de nombrarlo y eso me dolía aún más, me dolía tanto que la gente no lo quisiera nombrar...
Un día que no sabía que hacer, fui a hablar con un cura alemán- muy amable y compasivo, por cierto - al qué le dije que tenía mucha rabia contra Dios porque no entendía porque mi Juan Pablo se había ido. Me habló con una paz y una ternura tal que mis lágrimas comenzaron a caer y yo empecé a sentirme mejor. "Es muy bueno mi hija que te pelees con Dios y aún que dudes de él, eso es porque sos un ser humano. No te puedo dar explicaciones a la muerte de tu hijo ni de cualquier pequeñito, solo sé que son almas inocentes, almas muy puras". Fue tan lindo escuchar eso, él no me explicó teologicamente mi dolor, sólo me escuchó y me acompañó. Y eso es lo que necesitamos las personas que pasamos por tan fuerte dolor.
Recuerdo que comencé a pintar, escribir y leer, de todo hacía para expresar lo que tenía dentro, y sin duda el apoyo de mi marido, el papá de mi Juan Pi, fue fundamental para poder expresarme sin sentirme juzgada y también fue una oportunidad para que él se exprese a su modo, porque nuestros compañeros tienen una forma diferente de expresar el dolor. Recuerdo como lloramos juntos en el primer cumpleaños de Rodri después de la muerte de Juan Pi, le regalé un portaretrato con la foto más bella de mi marido con Juan Pi. Nos abrazamos muy fuerte y estoy segura que Juan Pi desde el cielo también nos abrazaba. Esa melancolía siempre está presente en las fechas especiales.
En un libro decía que a veces la sociedad quiere entregar el "oscar" del duelo a las personas que "mejor" pasan esta etapa y te dicen frases como "que fuerte sos", "tu hijo estará orgullos de vos por como estás"; "dios le da experiencias a las personas que las pueden vivir...", y otras frases no muy oportunas. Realmente yo no esperaba que la gente me dijera que era una super mujer, solo necesitaba poder expresarme sin ser juzgada. Expresar que lo que sentía no era porque estaba mal del a cabeza, sino que porque estaba expresando el dolor por la muerte de mi amado hijo. En ese momento me dolían mucho esas frases. Ahora claro lo miro desde otra perspectiva, pero eso gracias a que pasé por ese camino.
Y hablando de juzgar, uno de las experiencias más difíciles que he pasado es tener contacto de vuelta con otros bebés y embarazadas y todo lo que implica: el embarazo de amigas y conocidas (sobre todo de las personas más cercanas a mí y de los bebés que habían nacido después de Juan Pablo), los baby showers, la felicidad con sentido de los demás pero que no tenía sentido en ese momento para mí. Duele y mucho. Yo no podía, simplemente no podía. Y quería que la gente me entendiera que no era por maldad ni por egoísmo ni por envidia. Era mi tiempo de llorar a mi bebé amado. También esto me hacía sentir que se habían olvidado de mi Juan Pi.
Lo cierto es que caminando paso a paso, he comenzado a poder volver a observar a bebés sin que me duela el corazón. Como sé que Juan Pi está siempre detrás de todo, justo nos mudamos a una casa donde tenemos a una muy buena vecina llamada Helen. Cuando nos mudamos ella estaba embarazada de Fernanda y puedo decirles que por primera vez he vivido con mucha naturalidad el hablar de su embarazo y luego ver a su hermosa bebé. Quería compartir esta experiencia mía para que las mamás que comienzan su duelo entiendan que lo que uno vive en un principio es parte natural de un proceso. También me ha ayudado mucho charlar con la querida Lili mamá de Beatriz y Teo, y aunque no estoy físicamente cerca de ellas, me siento muy unida a ellas junto con mi Juan Pi.
Por otra parte me dolía en el alma escuchar a madres que no querían saber nada de sus hijos, era como un puñal en el corazón. Era escuchar el lamento de otras mamás por tener que cuidar a sus hijos y yo tenía mis brazos vacíos. Fue en ese tiempo que busqué protegerme más. Traté de quedarme más en casa y dejé de participar en reuniones. No era todavía el tiempo. Necesitaba dar más pasos y que mi corazón estuviera más protegido.
Paso a paso, poco a poco fui enfrentando al dolor. Nunca pensé que sentiría tanto dolor en mi vida. Lo cierto es que todo este camino me ha hecho una nueva persona. Pero una nueva persona que cada día abre los ojos y busca aprender cada segundo de la experiencia de vivir. Y esto también me ha ayudado a quererme tal cuál soy. Ahora ya no me importa tener que aparentar con mis defectos, ahora soy simplemente yo. Eso sí, trato de ser más humana, y sobre todo más compasiva con los demás que necesitan de amor.
Juan Pablo, mi pequeño gran maestro como siempre le digo, me hizo ver la vida con otros ojos, con los ojos que necesitaba, con los ojos del alma, con los ojos del corazón. Él nos enseñó y nos sigue enseñando, que hay secretos que no todos lo saben. Los secretos del amor, de la compasión y de la solidaridad.
En este camino lamentablemente también muchas personas se han alejado de mí. Quizás por miedo o por no saber que decirme, lo cierto es que sentí mucho la ausencia de personas que creí iban a estar conmigo. Pero lo más hermoso es que por otro lado Juan Pablo me ha regalado muchísimas amigas y amigos, dios mío son muchísimos regalo de amistad que jamás había recibido, las mamás y los papás de los amiguitos de mi Juan Pi, los bellos/as angelitos/as! Los quiero mucho a todos y todas!
Decir que uno "supera" la muerte de un hijo no puede ser verdad. Mi Juan Pi me faltará físicamente siempre pero siempre, porque soy un ser humano. Pero sí puedo decir que este camino del dolor fruto del amor me ha ayudado a ver todo desde una nueva perspectiva. A entender que mi hijo es un bello principito, al cuál no puedo ver, pero que sí lo puedo ver a través de los ojos del corazón.
No tengo verguenza de decir que sentí mucho dolor. No tengo verguenza de decir que casi me consumió el dolor. Si puedo decir que cuando comencé a aceptar al dolor como algo natural, me di cuenta de que este dolor pueda dar como fruto el amor más grande, el amor incondicional. No me gusta decir que uno puede "superar" el dolor por la muerte de un hijo. Más me gusta decir que uno puede "aceptar" a su hijo tal como es. El amar a mi Juan Pi más allá de la distancia física, amarlo incondicionalmente por siempre y para siempre.

domingo, 14 de marzo de 2010

Amarlos tal cual son… Amarlos incondicionalmente



Me hacía falta una segunda parte al escrito sobre la trillada frase “tenes que dejarlo ir”. Y es que si uno se queja sobre algo, es necesario proponer una nueva mirada a la realidad. Es por eso que quería expresar lo que realmente siento que es una verdadera liberación a la hora de de la transformación de nuestros hijos de orugas a mariposas y nuestra propia transformación como padres de ángeles. Para mí ese paso significa, amarlos tal cual son, amarlos incondicionalmente.
Mi hijo Juan Pablo padecía de trisomía 13, osea tenía tres copias del cromosoma 13 en lugar de dos. Esto hizo que varios de sus órganos hayan sido afectados, sobre todo su hermoso corazón. Cuando él estaba en la panza el diagnóstico era que tenía una afección grave del corazón. Es por eso que se hizo una campaña fantástica para que él naciera en Boston, Estados Unidos.
Ustedes dirán, se hizo todo, se llegó a Estados Unidos y finalmente se diagnosticó que Juan Pi tenía trisomía 13 completa y viviría poco tiempo . ¿Para qué sirvió hacer tanto? Sirvió y mucho!!! Porque la entrega fue gratuita, fue por amor a una pequeña vida que desde la panza fue capaz de unir a tanta gente. Justo hoy releí el pensamiento de un rabino que decía que él si creía en los milagros, pero sí en los grandes y no en los pequeños. Los pequeños son para él que el mar rojo se divida en dos y los verdaderamente grandes son los que hacen que las personas se muevan por amor. Es por eso Juan Pablito que vos serás siempre nuestro milagrito de amor.
Mi principito tenía la trisomía 13 ya desde el mismo momento de su concepción. Es algo que se da al azar, de 1 en 10.000 bebés. Esa trisomía 13 es parte de él, parte de su vida, así como es parte de su ser tener siete meses en la panza de su mamá y 16 días en la tierra, y luego convertirse en un ángel. Si fuera otro bebé, ese no sería Juan Pablo. Juan Pablo es así con su trisomía 13 y su corta y a la vez gran vida terrenal.
Aceptarle a Juan Pablo Ernesto tal cómo es, es realmente el paso más grande que me ha tocado vivir como madre: aceptar a Juan Pi como un ángel. Siempre lo voy a buscar físicamente, y cómo no si es mi hijo!!!, pero como hijo que és también sé que el encuentro con él se da desde el espíritu, desde el amor incondicional. Es impresionante cómo este amor puede unirte en la más grande de las distancias, sin importar el que dirán.
Claro que lo amé siempre, claro que lo amé con todas mis fuerzas e inclusive antes de que fuera concebido, porque antes inclusive ya hablaba con él cuando le pedía que venga (y siempre lo imaginaba como el principito). Pero ese amor se ha transformado. Con ese mismo amor que él trajo a nuestra familia, con ese amor incondicional, y es con ese amor que lo amo y acepto tal cuál es: mi hijo amado y deseado, mi hijo con trisomía 13, mi hijo ángel. ¡Mi amado hijo!
Gracias Juan Pablo por enseñarnos a amar, por enseñarnos a amarte y por enseñarnos a amarnos a nosotros mismos, con nuestros defectos y virtudes. Seguimos caminando tras tu huella. Eternamente juntos, porque lo que hace bello al desierto, es que en algún lugar esconde un pozo de agua…

martes, 9 de marzo de 2010

Un hijo es un hijo



Tardé un poquito para escribir mi primera entrada del 2010. Quizás porque cuando llegan las fiestas, el encuentro con la familia, las 12 de la noche y las felicitaciones... es difícil no tener cierta melancolía. Porque mi Juan Pi siempre me faltará físicamente y como ser humano es normal que estos momentos que son de fiesta para el mundo, sean para mí un momento de stop, de repensar todo, de respirar y comenzar el año con serenidad.
En estos días ya estaba pensando que escribir y me pareció un tema muy interesante tratar sobre una frase muy recurrente a la hora de hablar de hijos fallecidos: "tenes que dejarlo ir". Ya la he escuchado en infinidad de ocasiones y siempre he querido plasmar en palabras la oposición que tengo a esta frase bastante trillada.
¿Cuál es el significado que la persona te quiere trasmitir cuando te repite esta frase?... ¿Que te olvides de tu hijo?, ¿Que des vuelta la página?, ¿Que borres la experiencia como si fuera un anotador? o ¿Simplemente que no hables más de tu hijo? Tengo que decir que esta frase tiene una dosis muy alta para re-culpabilizar al ser querido de una persona fallecida. Porque además de sufrir la pérdida, es indefectible que en el duelo, cualquiera haya sido la muerte, la culpabilidad es un factor que se presenta en todos los casos.
Entonces, cómo sería yo capaz de no dejar "partir" a mi hijo, tal como la gente se imagina. Mi hijo falleció, lo hizo en mis brazos con mi marido abrazado a los dos, y sé que a partir de ese momento él está con Dios, de hecho siempre fue nuestro milagrito de amor, nuestro milagrito enviado por Dios. Ya no está más físicamente con nosotros, pero eso no significa que yo tenga que borrar de mi mente a alguien que es parte de mi vida por siempre. Como decía en un texto de Miss Foundation, si los fans de un artista ya fallecido lo recuerdan día a día y cantan sus músicas y utilizan sus fotos, ¿Por qué yo habría de tener vergüenza de hablar de mi propio hijo?
Los hijos son hijos siempre, y aún muerto, mi Juan Pablo sigue siendo mi hijo. Recordarlo y hablar de él, antes que ser motivo de estancarme en el dolor, es sencillamente algo que hacen todas las mamás y los papás. ¿Por que habría de discriminar yo a mi hijo porque murió?, es algo con poco sentido común y más bien lleno de bastante tabú. Por eso es bueno hablar, decir a la gente lo que uno siente, que uno desea hablar de su hijo como cualquier otra madre o padre. Que desde antes de la concepción ese chiquito ya dejó una huella eterna en la familia.
Otro tema bastante repetitivo también es que la gente no desea ver las fotos de los angelitos. Si hoy más que nunca vemos que los padres le toman como mil fotos al día a sus hijos, ¿Por qué nosotros tendríamos que autocensurarnos para no poner las fotos de nuestros hijos ya sea en nuestra casa o en internet? Aquí nuevamente se debe entender que es la foto de nuestro hijo, es el recuerdo del cuerpo físico con el que nos visitó nuestro ángel y es el tesoro más grande que guardamos de nuestros pequeños.
Ellos no están físicamente. No hacen las mismas cosas que los demás ni vivirán lo que los demás bebés y niños viven en cada etapa de su vida. Mi pequeño Juan Pablo vivió 7 meses en mi panza y 16 días en la tierra. Corta vida terrenal para los que piensan que los números son todo. Lo cierto es que su paso por esta tierra ha sido lo más profundo que he vivido en mi vida. Y todos los días haré honor a eso, hasta que me llegue el momento de encontrarme con Juan Pi en la eternidad.
PD: Estuve en casa toda la tarde, que gusto da estar en la casita del principito!!! Me encanta mi hogar, es verdaderamente el dulce hogar. Gracias Dios! Gracias Juan Pablo! El sábado vimos "Alicia en el país de las maravillas" Simplemente me encantó!